sábado, 1 de agosto de 2009

RAUL ARIAS DISCURSO CATEDRA CARLOS FUENTES

Discurso del rector Raúl Arias Lovillo durante la instalación de la Cátedra Carlos Fuentes de la Universidad Veracruzana, el jueves 30 de julio de 2009, en Xalapa, Veracruz, México.

Señor Gobernador del Estado, Maestro Fidel Herrera Beltran, muy estimado Carlos Fuentes, doctor Honoris Causa de nuestra Universidad, estimada Silvia Lemus de Fuentes, bienvenida, señor secretario de Educación, Víctor Arredondo, distinguidos invitados, expositores de la Cátedra Carlos Fuentes, Ignacio Padilla, Santiago Gamboa y Arturo Fontaine, bienvenidos, compañeras y compañeros universitarios, invitados especiales, señoras y señores:
Muchas gracias por estar en la institución de la Cátedra Carlos Fuentes de la Universidad Veracruzana, la cual se inaugura con una reflexión sobre un tema fascinante e imprescindible en el mundo de la literatura universal, como es “La nueva novela latinoamericana”.
Es evidente que asistimos a un acto de enorme trascendencia que enorgullece a nuestra comunidad universitaria y a todos los veracruzanos. Consciente de este hecho, no pasé por alto que Ignacio Padilla haya expresado lo que a nosotros no nos es permitido: “si hay un lugar del mundo para la Cátedra Carlos Fuentes es la Universidad Veracruzana”.
Indudablemente que se trata de una afirmación generosa, y me atrevo a decir que justa. Tomemos en cuenta que lo asevera un gran escritor que tiene en alta estima el valor de las palabras. Y de una cosa me hago cargo: creo que Padilla lo ha dicho con la mirada y los sentidos bien puestos sobre una universidad pública que se afana en ser referencia educativa y cultural de México y América Latina.
Debemos darlo por sentado: la Universidad Veracruzana es el lugar del mundo de la Cátedra Carlos Fuentes.
La Universidad Veracruzana, responde al llamado de su esencia y de su historia, al ser profundo de una casa de estudios fincada en sólidas raíces culturales, en la que conviven las artes con la ciencia y la técnica; una universidad en la que la filosofía y la práctica del humanismo dan sustento a su vida educativa y a su modelo pedagógico, esto es, a su proyecto académico en el que la sustentabilidad y la innovación nos guían hacia un futuro de excelencia y calidad.
He creído siempre en la idea clásica de que son los pensadores y los escritores quienes se ocupan de la construcción de nuestro edificio espiritual. Son ellos los artífices de nuestra vida nacional; los que nos crean narrativas en las que valores como la libertad y la igualdad son esencia de la justicia, valores indispensables para una convivencia democrática. Son ellos los que proveen la conciencia colectiva de creencias que conforman nuestra propia identidad; nos enseñan y nos demuestran, asimismo, que una obra de arte y un resultado científico, compaginan al individuo con la comunidad y le proporcionan a ésta referentes éticos y mecanismos impulsores del progreso y el desarrollo.
La Universidad Veracruzana es un espacio del y para el pensamiento y la creación. Así se asume en sus funciones sustantivas y en su vida cotidiana. Así también ante Carlos Fuentes, constructor de ficciones espléndidas pero también de visiones luminosas de la realidad.
El novelista, el escritor, el periodista Carlos Fuentes se ha interiorizado en la historia nacional, en la antropología, la sociología, la psicología de lo mexicano y de lo universal. Es un referente excepcional al que cualquiera de nosotros acude para resolver incógnitas de lo universal que nos influye o de lo local que nos circunda y nos ocupa; también para redescubrir certezas que él convierte en palabras emblemáticas, en frases como asonadas contra el conservadurismo y la inmoralidad, en verdades que sirven de faro para una actitud ética y para fortalecernos cultural e intelectualmente.
La relación de la Universidad Veracruzana con Carlos Fuentes no admite condición alguna. Comprende muy bien nuestro apreciado escritor cuánto admiramos y queremos su obra. Nuestra intención es proveernos de ella, de las imágenes y la prosa que como escritor, como periodista y como ser humano ha creado para grandeza de las letras universales.
La Cátedra que lleva su nombre quiere ser la fusión que integra todo ese inmenso mundo literario e intelectual; un mundo, una visión, un ideal que anhelamos disponible para los universitarios y para todos como fuente de respuestas, de conocimiento, de experiencias, de sorpresas, y no se diga de emociones que sólo una obra como la de Fuentes es capaz de inspirar.
En un momento como el actual, de crisis económica y social, y diría moral y espiritual, es cuando se valora una literatura y una reflexión ensayística como la de Carlos Fuentes, quien nos documenta acerca de cómo está hecho el mundo y nos descubre las cien, las mil formas en que se configura nuestra injerencia en él, dando testimonio, a medida que se van produciendo, de las nuevas situaciones de la existencia humana.
La Universidad Veracruzana no ha estado ni pretendería estar jamás, al margen de esta fiesta del lenguaje y de la imaginación. En ello se sustenta el sincero homenaje que hemos decidido rendirle a quien es indiscutiblemente uno de nuestros autores mayores.
Una cosa quiero confirmar y reiterar: la admiración por los libros de Fuentes es inseparable del afecto que inspira el hombre que los escribió. Los lectores jóvenes tienden a proyectarse en el autor que leen, pero en general la edad adulta enseña a distinguir al hombre de la obra. Fuentes tienen el envidiable mérito de ser apreciado en unos y por otros. Sus amigos y los que lo han tratado pueden dar testimonio de ello. Pero lo asombroso es que esa impresión de amistad e intimidad se extiende a quienes no lo conocen y jamás han intercambiado una palabra con él.
A pesar de su enorme erudición y de sus sutiles preocupaciones formales, el mundo de Fuentes trasciende de las modas literarias o los programas vanguardistas, y se instala en una franja emocional que es común a todos sus lectores. De ahí que el hombre y la obra resulten inseparables y gocen del mismo aprecio por parte de todos ellos.
Y en un momento, cuando descubrimos que los personajes de Carlos Fuentes poseen un rostro que tarde o temprano terminamos por reconocer, que no es otro que el de todos y cada uno de nosotros, vemos, en el paisaje de nuestra lengua común, el rostro que desde Cervantes nos ha dado identidad; el que nos ha procurado una nación: la cervantista, de cuya capital: La Mancha, todos nos acordamos, salvo aquel que la fundó y cuyo extravío nos fundó también a nosotros.
Muchas Gracias
Sólo me resta, entonces, darles a todos la más cordial bienvenida a la instalación de la Cátedra Carlos Fuentes y desear que los trabajos de esta primera edición, dedicada a la nueva novela latinoamericana, resulten exitosos y fecundos. Siendo, entonces, las 18 horas con 29 minutos del día 30 de julio del 2009, declaro formalmente instalados los trabajos de la Cátedra Carlos Fuentes.
Muchas Gracias.

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