jueves, 20 de agosto de 2009

Bienvenidos a la Universidad Veracruzana


Bienvenidos a la Universidad Veracruzana


Raúl Arias Lovillo


Hoy arranca un nuevo ciclo escolar en la Universidad Veracruzana. Cerca de 17 mil jóvenes universitarios pisarán sus aulas por primera vez y sentirán el pálpito de la historia, la experiencia y la fuerza moral de una institución de profundos rasgos humanísticos y científicos.
A todos estos jóvenes de nuevo ingreso quiero dedicar mi artículo de este día. Quiero decirles que se integran a una de las grandes universidades de México y a una comunidad de poco más de 80 mil universitarios entre estudiantes, académicos y trabajadores.
Somos parte de un complejo y vital sistema educativo nacional donde las universidades públicas son la columna vertical de la enseñanza superior del país. Pertenecemos a organismos universitarios internacionales y nacionales donde se deciden y orientan las rutas modernas de la educación superior de México y el mundo.
Como institución autónoma, en pleno ejercicio de sus libertades académicas y científicas, la Universidad Veracruzana ha desarrollado un sistema tecnológico que les permite a los estudiantes y a sus académicos aprovechar los servicios informativos, escolares y bibliotecarios, así como beneficiarse en todos los campus de la red inalámbrica para mantenerse en contacto activo en la sociedad de la información.
En el contexto nacional, la Universidad Veracruzana tiene prestigio y solidez académica y cultural. Se nos respeta y se nos reconoce por nuestro trabajo serio y responsable en la investigación, la cultura y la ciencia.
Arriban a la Universidad, compañeros y compañeras estudiantes, cuando ésta vive un momento especial de su desarrollo; cuando se inicia una nueva etapa de las transformaciones, las cuales emprendemos desde hace algunos años y para las que se requieren el espíritu nuevo, crítico e idealista de las nuevas generaciones de universitarios.
La crisis no nos arredraConsidero que para todos los que concurrimos a la UV, el que hoy estamos viviendo es un momento aunque desafiante, afortunado. Lo es para las distintas generaciones que hoy coinciden en la extraordinaria travesía académica de renovación, consolidación y sustentabilidad de sus funciones sustantivas, la cual vamos a consolidar como parte del compromiso que todos asumimos con la calidad académica y con el desarrollo de nuestro Estado.
Podrán advertir que no nos arredra la terrible crisis económica que padece México ni las complejas circunstancias del entorno en que vivimos. Por el contrario, siempre he hecho mía la creencia de que las crisis deben servir como momentos de oportunidad para volar alto; para buscar alternativas nuevas a la situación por grave que esta sea; para convertir las amenazas en fortalezas; para tomar ventaja de las insuficiencias. O sea, para crecernos ante la adversidad sacando lo mejor de nosotros mismos y ponerlo al servicio de los demás.
Este es el momento de que todos pensemos en lo que podemos hacer por nuestro estado, por nuestro país, por nuestra familia, por la UV, por nosotros mismos.
El ex rector de la UNAM Juan Ramón de la Fuente, amigo de nuestra casa de estudios dijo hace unos días lo que nosotros sostenemos como norma: no es hora de lamentarnos la crisis sino de enfrentarla y generar soluciones en los ámbitos que nos correspondan a cada quien. Mal haríamos las autoridades de las universidades de México si nos apocamos ante las dificultades económicas que vamos a sufrir por los recortes presupuestales.
Lo que vamos a hacer, lo que debemos hacer -teniendo en el centro de toda nuestra atención los intereses educativos de los estudiantes- es actuar con responsabilidad y transparencia, así como de manera cuidadosa y planificada en el manejo de nuestros recursos. Se trata de que seamos más eficaces y certeros en nuestra decisiones.
Los académicos tienen también sus propias obligaciones y estoy seguro que en las circunstancias que comento harán todo lo posible por superarse; en el proceso de academización que habremos de continuar sin tregua durante esta etapa, puedo augurar que nuestros académicos no permitirán que se reduzcan los estándares de calidad de nuestros programas educativos sino que por el contrario, lucharán por superarlos y acrecentarlos.
Si los académicos, si los trabajadores administrativos y manuales, así como las autoridades universitarias tenemos obligaciones jurídicas y morales ineludibles, tiene lógica que los estudiantes también las tengan.
Como estudiantes, no hay que olvidarlo, son uno de los cinco veracruzanos que ganaron una oportunidad de estar en las aulas universitaria. En una sociedad injusta e inequitativa, el derecho a estudiar obtenido con el esfuerzo propio, no nos exime ante los demás: más allá de que respetamos que los jóvenes ejerzan sus derechos y su vida en la libertad plena, mental y físicamente, la obligación de estudiar y aprender, de aprender y estudiar, no riñe con esa libertad.
Les puedo decir, finalmente, que arriban a una gran institución de educación superior. Está en la esencia y en historia de la Universidad Veracruzana, en la conducta y compromiso de su comunidad, retribuirle a la sociedad lo que invierte en ella formando profesionales de alto nivel, capaces, técnica y humanísticamente, dotados de una ética de la responsabilidad.
Todo lo que tengo que decirles es que aprendan a querer y a respetar a la Universidad Veracruzana. Por ese sentimiento se asume lo mejor de los jóvenes. Como se afirma en el Decálogo de los estudiantes de nuestra institución: esta es su casa de estudios: “asúmanla en su sentido más real y literal posible: asúmanse como verdaderos habitantes de esta casa, de su casa, que lo será para toda su vida: la Universidad Veracruzana. Tomen de ella todo lo que pueda ofrecerles, pero, al mismo tiempo, busquen restituirle lo que esté en sus manos devolverle: respeto y lealtad.
"Velen por el respeto a la autonomía universitaria como quien vela por el respeto a su propia libertad. Nada más preciado que educarse en la libertad, en la independencia, en la autonomía”.
¡Bienvenidos a la Universidad Veracruzana!

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